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La humilde luz de su hogar
sencillez y bondad,
la irradiaban sus padres
y naciste fruto de ese amor,
dentro del plan de Dios
ya eras presente.
Y como una ni帽a m谩s
creciste en el vergel
del pueblo elegido;
respirabas religiosidad,
espiritualidad, en tu ser.
Y es as铆, mujer de Nazaret
que en cada amanecer
buscas a Dios en ti.
Profundidad era tu oraci贸n
y en esa relaci贸n
Dios te inundo de 茅l.
En el silencio de tu ser
escuchaste la voz
del sublime anuncio
y te hiciste esclava del Se帽or
de humilde condici贸n
su gracia desbordo,
en ti reconocemos hoy.
Madre de la oraci贸n
y de la eterna escucha
obediencia al designio de Dios
y desde el contemplar de tu ser.
♬Voz a capela de la letra.
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